En el marco de la gestión realizada por el actual gobierno universitario en torno a la restauración del Palacio Ariztía, luego de realizar una exhaustiva revisión de la propuesta, se ha logrado un hito importante para su futura implementación con la aprobación del proyecto por parte del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).

Principales Indicaciones

El documento de autorización, enviado por el CMN el pasado 21 de marzo, también dejó formuladas ciertas indicaciones, poniendo énfasis en preservar la fachada original del edificio, además de revisar la compatibilidad de ésta con las nuevas construcciones que contempla el proyecto. “Las exigencias son todas razonables. Nosotros como Universidad queremos cumplir con todos los requerimientos”, señaló el arquitecto Jorge Morales, integrante del equipo de especialistas UTEM.

En palabras del Rector Luis Pinto Faverio, este proyecto “cumple con nuestra responsabilidad de vinculación con el medio. Le ofreceremos a ciudadanos y ciudadanas una posibilidad de desarrollo, vía cultura y extensión. Abriendo la Universidad, y no elitizándola”.

Tramitación

Antes de su ejecución, el proyecto necesita pasar por la aprobación y revisión de tres grandes entidades: el Consejo de Monumentos Nacionales, la Secretaría Regional Ministerial de Vivienda y Urbanismo y la Dirección de Obras Municipales, encargada de entregar los permisos definitivos para construir.

El equipo de arquitectos – Jorge Morales y Alberto Moletto – se reunió con las distintas direcciones para socializar esta nueva obra, llegando a una muy buena aceptación. “Todavía no existe una aprobación propiamente tal de la Dirección de Obras Municipales y de la Seremi, pero sí existen muy buenos oficios provenientes de nosotros como Universidad y de ellos como organismos. Ellos están conscientes del aporte a la comunidad del proyecto y como lo estamos planteando”, señaló Morales.

En los próximos meses, el proyecto espera contar con todos los permisos de edificación, a lo que continuarán las licitaciones para las correspondientes demoliciones y la restauración del Palacio propiamente tal.

Por José Miguel Álvarez